Ni un punto de comparación
Rostro cansado, poco español, palabras rotas como sus labios por el frío y seguramente, por las pocas que puede expresar por temor. 
Nada segura de su papel en la cadena de producción de papa, un medio de subsistencia familiar en el lugar. Pero presente.
Treinta años, 3 hijos, su rostro parecía de 40, su sonrisa coqueta y escurridiza, sus pies solo me hablaron de su cansancio y trabajo arduo en el campo.
Mi mente se perdió en su día a día, en sus noches frías llegando a casa para descansar,  con los pies empolvados pero dibujando el camino con cada paso y pensando en sus lienzos pizados mientras hablamos.
No quiso una fotografía, escondió su sonrisa pero bajo esa toalla que parecía su abrigo, pude ver sus ojitos chinos y sus risitas de alegría. 
Pensé en ella, su esposo, sus hijos, su vida, sus emociones, su concepción de vida y familia. 
Como ella, muchas esconden su risa, su esperanza y sus sueños, porque la vida no pudo dar más, porque las oportunidades no son bombones de piñata, y aún así, no todos estamos invitados a la fiesta.
Nebaj- Quiche
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